¿Puede el Camino de Santiago potenciar la relación entre un padre y su hijo adolescente?
Si nos atenemos a la experiencia del actor y escritor Andrew McCarthy, los 800 km que separan Saint-Jean-de-Pied-de-Port y la plaza del Obradoiro pueden convertirse en una terapia familiar magnífica, con cientos de horas por delante para compartir, hablar, aclarar malentendidos o simplemente para sentir que no andamos solos.
McCarthy es uno de esos actores que se hizo famoso muy joven (cuando protagonizó St. Elmo o Este muerto está muy vivo) y después se convirtió en una estrella para minorías, como protagonista de la película de Isabel Coixet Cosas que nunca te dije o de la serie The Resident. También es autor de varios libros y de crónicas de viajes para la revista National Geographic, lo que le ha proporcionado un bagaje patente en «Caminando con Sam», libro de éxito en Estados Unidos que acaba de publicar Larousse Editorial.
Esta curiosa combinación de diario de viaje, sutiles notas paisajísticas, culturales y antropológicas, encuentros chispeantes y diálogos paternofiliales —banales o jocosos, pero siempre al borde del descalabro—, ofrece una perspectiva diferente a la de las guías al uso del Camino de Santiago. McCarthy nos explica cómo logró que su hijo aceptara la invitación para dejar su «zona de confort» en Nueva York y ponerse a caminar hasta la tumba del apóstol, al tiempo que rememora cómo el mismo periplo, hecho décadas atrás, en un momento de crisis personal y profesional, le había impulsado a recuperar «el relato de mi vida».
En su viaje de cinco semanas cruzando el norte de España asistimos a unas conversaciones entre Andrew y Sam que van ganando en hondura y sinceridad a medida que sus piernas acumulan kilómetros. Pamplona, Santo Domingo de la Calzada, Belorado, Carrión de los Condes, León y muchas otras localidades que jalonan el Camino son testigo de sus charlas sobre moda, cine, la escuela, el matrimonio y el divorcio, las relaciones entre padres e hijos, las drogas…
Esperando en la Praza da Quintana para entrar en la Catedral, después de los abrazos con otros peregrinos a los que se han ido encontrando en su recorrido, padre e hijo son conscientes de la experiencia que han vivido y les ha enriquecido, y al cerrar las páginas del libro quizá haya más de un lector o lectora que se anime a imitarlos.
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